Camas Montessori: el placer del descanso infantil

Oct 4, 2020 | DECORACION, DORMITORIO, INFANTIL, PRODUCTOS

Nacida en 1870, la italiana Maria Montissor fue una médica y profesora que revolucionó la educación gracias a una corriente filosófica que aún perdura en nuestros días. Esta pedagoga, científica, psicóloga y humanista ideó un estilo de educación en el que el propio dormitorio de los más pequeños formaba parte vital de su desarrollo emocional e intelectual. Nacía así la habitación Montessori y, por tanto, las camas Montessori.

Introducción a las habitaciones Montessori

Las conocidas como habitaciones Montessori encuentran su base en tres principios fundamentales: belleza, simplicidad y orden. Bajo estos conceptos que siempre andan envueltos en un halo de minimalismo, los más pequeños encuentran en sus dormitorios una división de zonas donde podrán descansar, jugar, educarse y crecer. Para ello, esta corriente pedagógica aprovecha al máximo cuestiones como la luz natural y la comprensión máxima del espacio.

Para poder convertir una habitación normal y corriente en una adaptada al estilo Montessori, hay que comenzar pintando las paredes con colores cálidos y neutros. Posteriormente, se ha de lograr que el suelo no desprenda frío (algo que descartaría los típicos azulejos) y, sobre todo, que esté libre de obstáculos para poder abrazar ese “menos es más” que desprende su aureola minimalista.

Con el objetivo de que los niños puedan encontrar sus juguetes con facilidad y sean ellos mismos los que lo depositen en sus lugares de origen, es importante mantener toda la habitación libre de obstáculos, algo que no puede limitarse únicamente al suelo, sino también al número de muebles. Así, se consigue transmitir seguridad a los más pequeños en un entorno relajado y libre de estrés.

En definitiva, la filosofía Montessori aplicada a los dormitorios infantiles se puede clasificar en las cuatro zonas en las que dividirá el espacio de las habitaciones.

Zona de lectura

Se trata de seleccionar unos cuantos libros y cuentos cuyas portadas puedan captar la atención de los niños. De esta manera, serán ellos mismos los que se acerquen a ellos con la intención de leerlos.

Zona creativa

Con la colocación de una mesa, una silla y ciertos objetos ordenados y visibles que puedan servir de estímulos para los niños.

Zona de juego

Independientemente de la zona creativa, esta zona contará con la colocación de estanterías que pongamos a la altura de los niños. Así, serán ellos mismos los que cogerán los pocos y ordenados juguetes que hayamos situado en ellos. Parte de la intención de este espacio recreativo es que sean ellos los que luego los coloquen en su lugar primigenio.

Zona de descanso

Y llegamos al punto que más nos atañe. Colocada igual de accesible que todas las demás zonas y siguiendo la corriente filosófica impregnada por María Montessori, la cama deberá estar bajita para que esta facilite la libre circulación del niño. Como todos los demás factores de las habitaciones Montessori, son los niños los que deberán acostarse y levantarse por sí mismos.

¿Cómo creo este tipo de camas y por qué son tan recomendables para los niños?

Al fomentar sus bases en la completa independencia de los niños para que sean ellos los que organicen su pequeño mundo, es importante que la distribución arquitectónica de las habitaciones dé pie a ello. Para lograr este objetivo, el dormitorio no solo ha de despejar su suelo y se ha de ordenar los juguetes y libros en sus correspondientes zonas, sino que también hay que adecuarla con pocos muebles. Solo así se puede conseguir un espacio diáfano y estilizado para el libre desplazamiento los más pequeños. Para conseguir este objetivo, una de las partes fundamentales va a resultar la cama. Integrante protagonista también en la conocida como zona de descanso.

Si la habitación Montessori precisa de una cama bajita, para conseguir este objetivo tendremos que comenzar por disponer una base acorde a la altura recomendada. Es por esta premisa que, los somieres o bases tapizadas que no precisen la instalación de patas y que permitan que el colchón pueda considerarse casi en el suelo, sean por los que vayamos a apostar. Esa sensación de “a ras de suelo” conseguirá la independencia de unos niños que podrán subir o bajar de la cama a cualquier edad sin la necesidad de pedir ayuda a los padres. Unos padres que, por cierto, dormirán más tranquilos al saber que resultará imposible que los peques se hagan daño por caerse de la cama en medio de la noche. En conclusión, una estructura de cama con un canapé fijo sin patas sería considerada la base ideal.

Respecto al colchón, nuestra recomendación para alcanzar una cama Montessori que cumpla todos los requisitos filosóficos y pedagógicos que pregona, es el modelo Chipre. Considerado por muchos expertos como el “rey del descanso infantil”, este modelo de colchón ofrece como prestación principal una firmeza perfecta que facilitará la correcta alineación de la espalda de los pequeños. Además, la capacidad de adaptación del Chipre, el cual está hecho con material viscoelástico que garantiza confort y seguridad (gracias al tratamiento antibacteriano Eco-Fresche), garantizará el mejor confort y desarrollo posible de los niños.