Ducha fría vs ducha caliente antes de irse a la cama
Podría ser una competición. Y aunque tiene mucho de gustos, existen ventajas e inconvenientes fundamentados para tomar partido entre las dos opciones que te proponemos: ¿ducha fría o ducha caliente antes de irse a la cama? ¿En qué bando estás?
¿Te duchas por la noche? Entonces elige bien la temperatura del agua
Seguramente seas uno de esos millones de seres humanos que se ducha por la noche. Normal. Solo por la conciliación familiar y la falta de tiempo, por la mañana puedes encontrar barreras tan dispares como que se te peguen las sábanas, querer salir antes para evitar el tráfico, que tu trabajo esté a bastantes kilómetros o aprovechar el poco rato que hay para desayunar junto a tus hijos. Sea la razón que sea, la vida te lleva a la ducha nocturna.
Más allá de los factores que han llevado a ello, estás de enhorabuena, ya que los expertos recomiendan una ducha antes de irse a la cama. Entre los diferentes consejos que existen para la conciliación del sueño (dieta sana, evitar el alcohol, reducir el consumo de cafeína, no utilizar dispositivos electrónicos por la noche…), uno de ellos nos evoca a la ducha nocturna antes de irnos a dormir.
Puestos en situación, la gran duda nos apela a la temperatura de la ducha. Porque de manera genérica, existen pros y contras en ambos extremos. Por un lado, las duchas frías ayudan a la mejora de la circulación sanguínea e incluso al sistema inmune. Por el otro lado, el de las duchas calentitas, está el efecto relajante que provoca en el cuerpo.
Los expertos lo tienen claro: apuesta por la ducha con agua caliente antes de irte a la cama
Si echas un vistazo por Internet, encontrarás decenas y decenas de estudios al respecto. De hecho, según un análisis sistemático realizado por la fundación especializada en el sueño Sleep Medicine Reviews, existen hasta 5.322 estudios al respecto. Y la gran conclusión que se puede extraer sobre el tipo de ducha previa a irnos a dormir indica que lo ideal es tomar un baño de agua caliente. La razón más obvia y visible es que una ducha de agua caliente ayuda a cambiar la temperatura corporal, favoreciendo así el descanso.
Los principales estudios señalan en que no hay nada mejor que ducharnos hora y media antes de irnos a la cama y con un agua cuya temperatura supere los 28 grados. Solo así, podemos conciliar más rápido el sueño. Como mínimo, reduciéndolo en unos 10 minutos.
Los motivos de ello se esconden en todos los efectos que el agua provoca en el calentamiento corporal pasivo que experimentamos. Unos efectos que influyen de manera directa con la latencia del inicio de sueño, la eficiencia del mismo y, por último, la calidad objetiva del propio sueño.
En una explicación más sencilla, lo que encontramos es que los ritmos circadianos se ven afectados positiva y negativamente por la elección que tomemos con el tipo de ducha. Al cabo del día, se van produciendo unos cambios fisiológicos que, al llegar las primeras horas de la noche, son testigos de cómo la temperatura corporal es más alta que cuando nos vamos a la cama. Dependiendo de cuanto tardemos en irnos a dormir, nuestra temperatura corporal puede haber bajado un par de grados de media (aunque lo normal es sufrir una caída de 3 a 6 °C en la temperatura corporal).
Es por ello que, tomar una ducha de agua caliente en los 90 minutos previos a la hora de irnos a dormir, estimulará nuestro sistema termorregulador, aumentado la temperatura corporal y mejorando la circulación de la sangre (sobre todo en manos y pies). Además, cuando estemos durmiendo tendremos una evacuación del calor corporal más fluida y orgánica. Todo este proceso avisa a la glándula pineal que produzca un mayor nivel de melatonina. O, lo que es lo mismo, la hormona que induce al sueño.
Por último, y por analizar las duchas de agua fría, aunque lo lógico sería pensar que el agua a baja temperatura es la que mejor regularía la temperatura corporal, lo que realmente nos provoca es un estado de alerta.