¿Te despiertas por calambres nocturnos?

Jul 2, 2020 | CONSEJOS, DESCANSO, PROBLEMAS FISICOS

Te encuentras plácidamente durmiendo mientras sueñas con un día perfecto de playa. Pero, de repente, esa representación onírica tan profunda se ve interrumpida por algo que lamentablemente sí es real y no corresponde a ninguna ensoñación: un intensísimo dolor en la parte posterior de la pierna (la pantorrilla), en el pie o incluso en los brazos te despierta de un sobresalto en medio de la noche. Estas fuertes contracciones o estrechamientos musculares que ocurren de repente son, sin embargo, tan típicos y recurrentes que los apodamos calambres nocturnos. Un problema que, más allá del dolor físico nada apetecible y que puede durar varios minutos, acaba desembocando en un mal hábito del sueño e interrupciones constantes en nuestro descanso.

¿A qué llamamos calambres nocturnos?

Llamamos calambres a esos episodios de dolor, de corta duración, que se producen por la noche mientras dormimos y que están originados por una contracción intensa, repentina, imprevista e involuntaria de un músculo o de un grupo muscular. Por regla general, los calambres de índole nocturno se producen en pantorrillas, pequeños músculos de los pies e incluso los brazos.

Aunque los calambres nocturnos están considerados una especie de molestias benignas y, sobre todo, de carácter transitorio, pueden causar auténtico dolor profundo en los sujetos que los sufren. Y lo que es peor, cortan de raíz el descanso nocturno, repercutiendo directamente en el rendimiento laboral y físico del día siguiente.

Respecto a las personas que más suelen sufrirlos (aunque no hay un segmento de la población que quede extenso de ellos), son especialmente frecuentes tanto en personas mayores (con edades superiores a los sesenta años) y en las mujeres embarazadas.

Pero, ¿por qué se producen los calambres nocturnos?

Además de los condicionantes que acabamos de relatar, la edad y el embarazo, uno de los motivos principales que causan los temidos calambres nocturnos guardan relación con el agotamiento físico. El durmiente más deportista, cansado por la práctica de deporte o ejercicio, tiende a sufrir estas contracciones dolorosas a pesar de tener piernas, pies y brazos tonificados. Pero ni los deportistas son los únicos que lo sufren ni hace falta llegar al ejercicio físico más extremo para despertarte entre gritos de dolor. Existe un común denominador que suele causar este problema: el déficit de sales iónicas.

Según explican los expertos, una pobre alimentación en sales iónicas (o lo que es lo mismo, potasio y magnesio) acaba derivando en problemas de excesiva diuresis, lo que acaba provocando los llamados calambres nocturnos.

Independientemente de si los sufres en brazos o piernas, el resto de motivos son compartidos por los músculos que tienden a padecerlos:

– Sedentarismo.

– Mala circulación de la sangre hacia los músculos de las extremidades.

– Deshidratación.

– Estrés.

– Pinzamientos medulares en la columna vertebral.

– Obesidad.

– Problemas relacionados con la glándula de la tiroides.

Consejos para reducir el dolor provocado por los calambres nocturnos

Si bien es cierto que los calambres nocturnos no tienen una patología detrás por la que preocuparse, sí son lo suficientemente dolorosos como para intentar paliarlos. Y como suele ocurrir con otros elementos relacionados con nuestra salud, todo depende de los hábitos que mantengamos. Ya te puedes imaginar que llevar una determinada dieta, practicar ejercicio y evitar costumbres nocivas van a ayudar a que no sufras tantas contracciones que acaban fastidiando tu sueño:

Mantener una dieta sana y equilibrada

Uno de los factores que más pueden provocar los calambres nocturnos es la falta de potasio y magnesio. Relacionado con la alimentación, esto conlleva la ingesta de legumbres, frutos secos, lácteos y vegetales.

Practicar ejercicio físico

Realizar cualquier tipo de deporte o ejercicio físico va a desarrollar tu masa muscular. Esta tonificación mitiga la descompensación y disminuye el sobresfuerzo que se causa a través de lesiones de columna o articulaciones. La práctica de ejercicios aeróbicos y de cardio ayudarán a una mejor circulación sanguínea, lo cual desembocará en una mejor irrigación de nuestros músculos. Por tanto, montar en bicicleta o hacer algunos largos en la piscina te ayudarán a no sufrir calambres por la noche.

No consumir alcohol por la noche y no fumar

Un común denominador en otro tipo de causas no iba a ser menos con la aparición de los calambres nocturnos. Mientras el tabaco es un factor de riesgo que empeora nuestra circulación sanguínea, las bebidas alcohólicas provocan deshidratación.

Beber agua

Ya hemos comentado la importancia de la hidratación para evitar los calambres nocturnos. La ingesta de fruta y verdura (o lo que es lo mismo, alimentos que contienen bastante agua) pueden ser una opción igual de válida.

No tomar azúcar y harinas refinadas

Cualquier alimento relacionado con el colesterol malo (o LDL) es sinónimo de riesgo de padecer ateromas, diabetes y otro tipo de procesos que pueden perjudicar la irrigación de los músculos y la circulación sanguínea.

Llevar calzado adecuado

Un consejo más prosaico guarda relación con la indumentaria. Las lesiones de rodilla o los pinzamientos lumbares pueden estar provocados porque no apoyamos el pie en toda su extensión. Portar un calzado de calidad puede evitar los calambres nocturnos.