Cómo afecta el cambio de temperatura a nuestro descanso
Existe una influencia entre las diferentes épocas del año y sus pautas climáticas con la manera en la que dormirnos. Cómo afecta el cambio de temperatura a nuestro descanso es un factor que se escapa de nuestro control. Mientras nosotros dominamos qué tipo de colchón necesitamos, su nivel de transpirabilidad y demás elementos del equipo del descanso, los cambios de temperatura, la presión atmosférica y la humedad influye de una manera que ni imaginamos.
Así influyen las diferentes circunstancias climáticas a la calidad de nuestro sueño
1. Cambios climáticos
Comenzando por su definición más amplia y todas sus variantes, los cambios que se producen en términos como la presión barométrica, la temperatura y la humedad afectan a aquellos durmientes que padecen de dolores de articulaciones o nervios. Por tanto, la oscilación de niveles en dichas variables, pueden convertir su sueño en una pesadilla de dolor.
Entrando más en detalles, la caída en la presión barométrica junto a las temperaturas más altas y el aumento de la humedad, son responsables al aumento de las migrañas, algo que también afecta la calidad del descanso.
2. Las tormentas
Mientras que esas lluvias más suaves que vertebran las noches de verano pueden convertirse en un efecto calmante para conciliar el suelo, las tormentas con rayos lo único en lo que se transforman es en un despertador. E incluso pueden generar ansiedad.
Hemos explicado en multitud de ocasiones que los ruidos y la iluminación influyen negativamente en el descanso. Por tanto, todo lo que está relacionado con las tormentas como los truenos y los rayos son molestos para el sueño.
3. Los cambios de estación
Cada vez que nos sumergimos en un cambio de estación, recibimos el impacto de los alérgenos que vienen de la mano del polen, las plantas, los árboles o el césped. Un impacto que se traduce en congestión nasal, ojos irritados o picor en la piel, algo que no permite disfrutar de un sueño de calidad. Incluso el invierno es sinónimo de ácaros de polvo, resfriados y gripes.
El calor del verano, un enemigo del sueño
Cuando dormimos, el cuerpo humano experimenta una disminución de la temperatura corporal. Sin embargo, ni esta característica biológica puede con todos los factores asociados al verano.
La llegada de la estación estival también significa la llegada de diferentes cosas. Por ejemplo, un aumento de la temperatura corporal y menor nivel de melatonina (la hormona del sueño). Algo que provoca un sueño más ligero y menos reparador. Pero el verano también supone un aire más caliente y mayor nivel de humedad. Una circunstancia que puede convertir la temperatura ambiental de nuestro dormitorio en un horno. Sufrimos una peor circulación del aire, el metabolismo de nuestro cuerpo tiene dificultades y, lo que es peor, aumenta la sudoración.
Cuando sudamos y nuestro cuerpo está más caliente, sentimos algo pegajoso y terriblemente incómodo. Es entonces cuando tendemos a encender el aire acondicionado u otras alternativas como el uso del ventilador, la apertura de ventanas o una serie de trucos más caseros.
En definitiva, el verano trae consigo un aumento de la temperatura del exterior y de nuestro cuerpo, mayor tendencia a roncar y hasta resfriados provocados por el uso indiscriminado del mencionado aire acondicionado. Para evitar este tipo de situaciones provocadas por el cambio de temperatura estival, nada mejor que alimentarse de una manera más sana y ligera, no consumir tanto alcohol y no practicar deporte a últimas horas del día. Además, es importante que nos refresquemos constantemente y nos hidratemos a base de agua.