El resultado de dormir en el sofá
Haber discutido con tu pareja. Ver una película demasiado larga o demasiado aburrida. Hacerlo porque te has quedado hasta tarde esperando que tu pareja o un familiar regresen sanos y salvos a casa. Ceder tu cama a las visitas. Ser derrotado por lo tedioso de una etapa llana del Tour de Francia. Haber pecado con una de las comidas más copiosas de tu vida. Estas son algunas de las razones por las que a veces caemos en un mal hábito: dormir en el sofá. Aunque es más que probable que la mayoría de veces lo hayamos hecho sin querer, adquirir este hábito va a perjudicar nuestra higiene del sueño y, por tanto, nuestra salud. Te explicamos los motivos por los cuales no hay que dormir en el sofá.
Estas son algunas de las consecuencias que te puede traer el simple hecho de dormir en el sofá
Igual que ha sucedido dentro del sector del descanso con las mejoras tecnológicas en colchones, canapés o almohadas, los sofás también han incrementado sus prestaciones y su confort. De repente, nos hemos topado con ciertos modelos a los que podríamos catalogar de “atrapapersonas”. Como si fueran el mismísimo diablo y su único deseo es que pequemos. Nos vemos incitados a dormir en ellos. O bien en forma de esas siestas que se nos van de las manos o incluso cogiendo una manta para pasar la noche en uno de ellos. ¿El resultado? Si bien una noche tonta la tiene cualquiera, adquirir el hábito de dormir en el sofá solo puede traernos consecuencias negativas en nuestra salud.
– Si te acostumbras a dormir de manera diaria en un sofá, nunca alcanzarás ese nirvana: disfrutar de un descanso reparador para tu cuerpo. Un sueño confortante, prolongado y continuado.
– Si lo que más te apetece es despertarte varias veces a lo largo de la noche, lo tuyo es dormir en el sofá. De lo contrario, si no te apetece arrastrar problemas físicos, contracturas musculares o cervicales, mal humor al día siguiente, peor rendimiento laboral y cansancio, no lo dudes y deja de dormir en el sofá.
– Como ya hemos comentado en otras ocasiones cuando una siesta en el sofá se nos va de las manos, esa noche nos va a costar mucho más conciliar el sueño. Siguiendo esta regla de tres, imagina lo que puede ocurrir si te acostumbras a ello.
– Si bien es cierto que la calidad y confort de los sofás ha aumentado muchísimo, dormir en uno de ellos no aporta el tipo de descanso que sí se abraza en un colchón. Perdemos firmeza, suavidad, transpiración y capacidad en nuestros movimientos. ¿El resultado? Proliferación de malas posturas que acaban confluyendo en dolores cervicales y lumbares. Además de estas mencionadas molestias físicas, dormir regularmente en el sofá puede desembocar en la aparición de hernias.
– A nivel anímico y psicológico, no dormir de manera continuada, confortable y una media de ocho horas al día nos puede transportar a un estado de ansiedad, de apatía o incluso de estrés.
– Otra consecuencia de dormir diariamente en el sofá afecta a nuestro sistema inmunológico. Descansar mal es sinónimo de enfermedades, resfriados, virus o gripes.
– Todos los consejos que hemos aportado sobre la importancia de mantener una rutina del sueño se pierde si pecas en el sofá. Dormir alejado de tu cama es un cambio de hábito y, por tanto, empeora tu higiene del sueño.
– Además de despertarte con el cuello o la espalda doloridos por haber dormido en un sofá, otra de las zonas más perjudicadas es la cabeza. ¿Cuántas veces te has despertado con dolor de cabeza y el motivo no ha sido otro que una mala noche de sueño?
Dormir en el sofá es dejar de hacerlo en un colchón de calidad. En un colchón fabricado con material viscoelástico, con látex natural o de espumación. Estás perdiendo firmeza, transpirabilidad, sensación de acogida o suavidad. En definitiva, estás desperdiciando tus noches y, por ende, tu salud.