Las manías o rituales del descanso

Ago 29, 2020 | CURIOSIDADES

Dormir tapado, aunque haga calor. No quitarte nunca los calcetines. No conciliar el sueño si no escuchas una voz amiga a través de la radio. La posición ideal de la persiana. Hablamos de esas pequeñas manías y de los rituales del descanso que cada uno tenemos antes de irnos a dormir. Gestos, acciones y actos que necesitamos para abrazar a Morfeo y que, sin ellos, nuestra cabeza no dejará de mandarnos señales de emergencia. Y tú, ¿en cuántos te sientes identificado?

Las 9 manías más típicas que tenemos a la hora de dormir

Pijamas, en la variedad está el gusto:

Comenzamos por lo primigenio: la ropa de dormir. Una necesidad que se ha convertido en moda y estilismo casi al nivel de la ropa de calle. Pero más allá de diseño, cada persona opta por su propia tendencia que puede englobar desde los que necesitan dormir desnudos (¡incluso en invierno!), los que solo aceptan la ropa interior y los que sin su pijama son incapaces de cerrar los ojos. Dentro de este segmento, existe una especie de subgénero compuesto por aquellos que no cambian el pijama, aunque sí lo hagan las estaciones y las temperaturas.

Calcetines, ¿sí o no? El eterno debate

Ya de pequeños vimos como nuestros propios padres no se ponían de acuerdo con nosotros mismos. Mientras en invierno uno de ellos podía optar por que nos pusiéramos hasta patucos, el otro clamaba al cielo por ello. Así, nos vimos ya mayores con nuestras propias manías. Por ello, mientras unos no pueden dormir con ellos ya que la presión les quita sensación de libertad y comodidad, el otro extremo está presidido por la población que sin ellos se sienten como desnudos (y frioleros).

Sábanas, mantas o colchas, ¿taparse hasta las cejas o dejar los pies descubiertos?

En la primera vertiente, existe un reducto de afortunados que nunca pasan calor, ni siquiera en verano, y necesitan taparse prácticamente hasta las cejas. Las razones que esgrimen guardan relación con la sensación de desnudez que les entra si no lo hacen de esta manera. Una falta de relajación con la que luego es imposible conciliar el sueño. Por otra parte, las personas que necesitan dormir con los pies descubiertos (al fresco), suelen encontrar sus motivos en el mismo punto que aquellos que no pueden descansar con los calcetines puestos. La diferencia radica en que, según dictaminan los expertos, dormir con los pies desnudos es bueno para conseguir un correcto descanso. ¿El motivo? Las extremidades inferiores cuando están cubiertas regulan peor la temperatura, y necesitamos un ligero descenso de grados para conciliar el sueño de manera óptima.

Dormir pegado a la pared

Cantaba Zahara aquello de “mi lado favorito de la cama eres tú”. Una bonita letra que choca frontalmente contra la manía que tienen millones de personas de dormir pegados a la pared. Puede ser en la búsqueda de una protección imaginaria (algo heredado posiblemente de la infancia), para no caerse de la cama o simplemente por la sensación de frescor que promueven los tabiques.

Necesitar más oscuridad que en una cueva

Salvo en la etapa infantil y casos muy concretos, por lo general los adultos precisamos de poca iluminación para conciliar el sueño. De hecho, y al contrario que en países nórdicos o anglosajones, aquí tenemos hasta la figura de la persiana. Fruto de todo ello aparecen aquellos que necesitan el mayor grado posible de oscuridad. Todo apagado, persianas bajadas, pilotos automáticos de televisión incluidos (hablamos de la típica lucecita roja) y solo el halo de luz que pasa por debajo de la puerta como algo con lo que no se puede luchar. Y si hace falta, hasta se ponen un antifaz.

¡Silencio, por favor!

Primos hermanos de los anteriores, los durmientes que necesitan la quietud máxima lo tienen algo más difícil. Los ruidos de aparatos tecnológicos, de tu pareja al dormir, de los vecinos, de tu propia mascota… Resulta casi imposible conseguir el silencio que precisan, pero no por ello dejan de intentarlo. Y sino, ¿para qué se inventaron los tapones de los oídos?

Televisión, radio, música y podcasts

En el lado contrario a los amantes del silencio y la quietud encontramos otra clase de durmientes. Son aquellos que, casi por puro conductismo, se acostumbraron a dormir con la tele o la radio puestas, como una especie de compañía que ahora no pueden evitar. Esta clase de personas han evolucionado tecnológicamente hasta el 2.0, hasta el punto de abrazar la escucha de música en Spotify o los podcasts para poder conciliar el sueño.

Hacer la cucharita…hasta con la almohada

Acostumbrados a abrazar la almohada, existen durmientes que necesitaron en su momento hasta dos modelos para sentirse a gusto en la cama. Una vez llegada la edad más adulta y las relaciones sentimentales, cambiaron esa segunda almohada por abrazar a su pareja para la conciliación del sueño.

Los pequeños rituales

Antes de meterse en la cabeza, existen tantos rituales como personas hay en el mundo. Cepillarse los dientes, echarse crema, beber un vaso de leche, llevar otro de agua para que posarlo sobre la mesilla de noche… Infinitas posibilidades como pequeños gestos y acciones existen.