Cómo superar el miedo a la oscuridad en niños y mayores

Oct 16, 2021 | INFANTIL, TERRORES NOCTURNOS, TRASTORNOS DEL SUEÑO | 0 Comentarios

Superar el miedo a la oscuridad es algo que se nos plantea desde muy pequeños, pero que puede agravarse si no logramos tratarlo como es debido. Con profesionales, pedagogía y mucho tacto.

Conocido también como nictofobia, puedes comprobar con ello que se trata de una fobia de carácter psicológico y que es verdaderamente recurrente entre las personas. Si bien es cierto que es más frecuente entre niños de 2 a 3 hasta los 7 u 8 años, puede arraigarse hasta llegar a la edad adulta, convirtiéndose así en un trauma que afecta las relaciones sociales.

Obviamente, el miedo a la oscuridad presenta dos grandes rasgos: miedo a la ausencia de luz y a la llegada de la noche. Provocando así ansiedad, nerviosismo e incapacidad de dormir solos.

Cómo pueden los niños superar el miedo a la oscuridad

En el caso de los más pequeños, es habitual sentirse inseguros cuando llega la noche y se tienen que quedar solos en su habitación para dormir. Normalmente, esto aparece tras ver películas de terror, leer algún cuento o, simplemente, haberles cogido miedo a objetos que hay en su dormitorio o haber escuchado historias y leyendas urbanas.

Estos detonantes adquieren forma cuando es de noche y toca irse a la cama. Entonces, al apagar las luces, los niños disparan su imaginación, entrando en zonas tenebrosas que les provocan miedos y pesadillas. Es el momento de actuar.

Para evitar que derive en ansiedad, hay que tirar de pedagogía, empatía y mucho cariño. Puede resultar tan sencillo como hablarles para contar que el miedo es injustificado, racionalizando los monstruos que han inventado y hacerles ver que solo son sombras provocadas por objetos y que la oscuridad es necesaria para descansar. Por supuesto, sería un grave error reírse de ello, ridiculizarlos o ignorarlos.

Crear juegos relacionados con la oscuridad o contarles alguna historia de cuando nosotros éramos pequeños y también nos pasó, ayudará a su tranquilidad. Entre las actividades que les hará olvidar el miedo a la oscuridad están jugar al escondite o buscar objetos con la ayuda de una pequeña linterna. También es positivo hacer sombras chinas.

superar el miedo a la oscuridad en niños y mayores

Progresivamente, ese miedo a la oscuridad irá desapareciendo conforme los niños crecen.

Cómo podemos superar los adultos el miedo a la oscuridad

Cualquier cosa que no sea poner en práctica los consejos anteriores, convertirán el miedo a la oscuridad infantil en una fobia adulta con muchas peores consecuencias. Para empezar, necesitar la ayuda de un psicólogo.

La transformación en nictofobia es sinónimo de haber experimentado algo traumático relacionado con la ausencia de luz. Ese trauma y miedo fóbico a la oscuridad se deriva en inseguridades más graves y ataques de pánico producidos por la oscuridad.

Para luchar contra esa nictofobia tan grave, lo ideal es acudir a un especialista. Pero si no quieres llegar a este punto, puedes seguir los siguientes consejos:

  • Racionalizar: Partiendo de la base de que una fobia es un miedo irracional (como la de los insectos, que son incapaces de producir daño), hay que comenzar por reconocer que es una fobia irracional. La aceptación es un gran primer paso. Controlar esas emociones que derivan de los miedos y calmar los posibles ataques de pánico producidos son realmente eficaces.
  • Exposición: De manera gradual, hay que ir exponiéndose a la ausencia de luz. Esta técnica muy utilizada en fobias a arañas, cucarachas y demás insectos es igual de válida para la nictofobia. Hazte con un sistema de iluminación gradual que te permita su regulación progresiva.
  • Proyección: Túmbate, cierra los ojos e imagínate en la oscuridad. Introdúcete de lleno en tus miedos para entender que no pasa nada. Al entrar en un nivel de ansiedad más bajo y controlable, te vas situando poco a poco en una mejoría. A esto también se le llama peores expectativas.
  • Estímulos positivos: Es tan sencillo como apagar la luz pero mezclarlo con algún estímulo positivo como tener la tele encendida o permanecer en la oscuridad en compañía.