Invierno: Cómo afecta la temperatura al ciclo del sueño

Dic 30, 2023 | TRASTORNOS DEL SUEÑO, CURIOSIDADES, DESCANSO | 0 Comentarios

El invierno es una estación preciosa. Impregna otra luz a las ciudades, sacamos nuestros mejores outfits y encontramos el placer en pequeños detalles como una taza de café caliente o taparnos con el nórdico por la noche. Por el contrario, el invierno también es sinónimo de un descenso de la temperatura muy drástico y la pérdida de horas de luz. Un contexto que afecta al ciclo del sueño de las personas. Para entender los motivos, sintetizamos algunas de las razones por las que el invierno tiene tanta influencia en nuestro descanso.

Las 3 grandes razones por las que algunas personas duermen peor en invierno

Factores externos y ambientales como la temperatura o la cantidad de luz natura afectan a nuestro ciclo de sueño. Con este telón de fondo, es lógico que el invierno tenga una influencia capital en nuestra capacidad para dormir. Y, como ya hemos aprendido, nada mejor que una noche de descanso para recargar pilas y afrontar con buen humor una larga jornada laboral y de conciliación familiar.

Si bien es cierto que asociamos el invierno con una mayor facilidad para dormir (al contrario de lo que sucede con las noches veraniegas y calurosas, podemos luchar contra el frío a través de la ropa de abrigo de cama), la realidad es bien distinta. La imagen idílica de una persona durmiendo muy abrigado y con una sonrisa en la cama es más propia de las películas.

El invierno encuentra una serie de razones que provocan problemas a la hora de conciliar el sueño, parasomnias como el insomnio y un descenso visible en la calidad de nuestro descanso.

– Nos exponemos a un menor número de horas de luz natural

La rotación de la Tierra provoca que los ciclos de luz natural vayan en aumento o en descenso. Conforme vamos avanzando en el año, el Sol nos puede proporcionar más horas de luz, llegando a su pico más alto en verano. Por el contrario, la llegada del otoño y, sobre todo, del invierno, provoca una menor exposición a esa luz natural tan necesaria. Las consecuencias de este proceso biológico y natural afectan a nuestros niveles de melatonina.

Esta hormona encargada de activar o desactivar nuestro sueño sufre una alteración en invierno. Por un lado, hace que nuestro cuerpo no distinga tan bien entre el día y la noche. Por otro lado, podemos tener más ganas de dormir, pero a la vez nos cuesta más hacerlo. Y como telón de fondo, el mismo descenso en la exposición de la luz natural puede afectar también al estado de ánimo.

– Las temperaturas descienden, pero irónicamente nos exponemos a cambios más drásticos

Te levantas tras una noche protegido por el nórdico, las mantas, la colcha y la ropa de cama por la que hayas optado. De repente quedas desprotegido y no encuentras el batín. Te metes en la ducha, pero esos segundos en los que el agua caliente comienza a brotar, se hacen interminables. Luego te secas muy cerquita del calefactor del baño. Te vistes y te tomas una taza de café muy caliente. Cuando sales a la calle, otro cambio brusco de temperatura. Y ya sea en tu propio vehículo o en transporte público, te expones a un aire acondicionado demasiado alto. No son ni las 9 de la mañana y, como puedes ver, te has expuesto a una oscilación térmica muy poco recomendada.

En invierno nos exponemos a un vaivén constante de las temperaturas. Y una de las consecuencias de ello afecta directamente a los ciclos biológicos del sueño. Cuando nuestro cuerpo se enfría, nos suele entrar sueño. Pero si durante todo el día has estado subiendo y bajando de temperatura, como si fueras un termostato, tus biorritmos no van a saber si ha llegado a la hora de dormir o de despertarse.

– Aumenta nuestro nivel de estrés y ansiedad

Tras un verano de relax, vacaciones y viajes, otoño inicia un camino de regreso al día a día. Los proyectos, el trabajo, la conciliación familiar y los estudios académicos encuentran su clímax en invierno. Y el resultado es un aumento de nuestros niveles de estrés (y a veces también de ansiedad). Obviamente, este ritmo de vida afecta al estado de ánimo y a la calidad de nuestro descanso.