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Almohadas: Todo lo que necesitas saber

Las almohadas tienen una vida útil aproximada de dos años. Este desgaste que le producimos con el día a día se debe a que cada noche recogen restos de cabellos, células muertas, escamas, derramamiento de líquidos, sudor o incluso la baba que se nos escapa cuando dormimos con la boca abierta. Si a ello le sumamos la presencia nociva de ácaros, polvo, moho y otros elementos indeseables, el resultado es un deterioro. Todo ello podemos solventarlo con la ayuda de una funda protectora de almohada, la cual deberemos lavar cada semana para eliminar todos los restos enumerados anteriormente. Y, por supuesto, nunca introducir la propia almohada en la lavadora.

Existen una serie de claves generales que nos pueden ayudar a la hora de elegir una almohada de 90x35 centímetros. Y es que la gran mayoría de durmientes tiende a cambiar de posición a lo largo de la noche. Hablamos de movimientos que conllevan diferentes posturas de nuestro cuello, cabeza y, por tanto, columna vertebral. Estos elementos de nuestro cuerpo pueden sufrir dependiendo de la postura (no es lo mismo dormir boca arriba o de lado). Todo este trajín conlleva una almohada versátil y cuyo nivel de adaptabilidad respete nuestros movimientos.

Si a esta cualidad le sumamos otros factores como la firmeza (más dura o, por el contrario, una acogida más suave y mullida), la transpirabilidad que ayude a evacuar más o menos el calor y la humedad (y que siempre dependerá de lo calurosos que seamos).

En el amplio catálogo de Maxcolchon encontrarás cuatro modelos diferentes de almohadas. La principal diferencia entre ellas, más allá de las dimensiones, radica en el material principal con el que se han confeccionado: viscoelástica, látex, copos y fibra.

Comenzando por el modelo más popular del momento, la viscoelástica, lo que encontramos es una almohada con grandes capacidades de adaptabilidad. Hablamos de un material con efecto memoria, que consigue alinear la columna de manera adecuada sin importar en qué postura solemos dormir. Además, se erigen como hipoalergénicas, resistentes y favorecedoras para los durmientes que más tienden a moverse.

Siguiendo con los demás materiales, encontramos las almohadas de fibras. Un modelo en auge que destaca por empatar con las almohadas de viscoelástica en nivel de adaptabilidad. Más allá de ello, son muy válidas para personas con fisionomías especiales y pueden alcanzar gran firmeza.

En tercer lugar, podemos decantarnos por las almohadas de látex, unos modelos que brillan por la gran elasticidad que aportan al descanso del durmiente. Remando siempre a favor de la postura más adecuada para las cervicales, esta categoría ayuda a prevenir las típicas molestias, y son perfectas para aquellos que padecen dolores de cuello e incluso de cabeza.

Ya por último encontramos la cuarta categoría de almohadas. Los modelos con copos ofrecen un punto extra que no hallan los demás tipos de almohada: el hecho de que podamos añadir o restar copos las convierte en modelos adaptables para todo tipo de durmientes. Son, sin duda, las almohadas más familiares.